lunes, 7 de abril de 2014

A fuego lento, Querétaro

11,50 AM. Hora de Querétaro

A esta hora sale mi autobús con destino México DF para terminar mi etapa en Querétaro. Han sido muchos días, más de los que esperaba, y también han sido muchas más emociones intensas, muchas más de las que esperaba.
Decir que esta etapa del viaje ha sido emotiva sería calificarlo de una manera simple porque las emociones han hervido en mi corazón desde momentos antes de llegar a Querétaro y ahora, cuando el bus se aleja de Querétaro, se están cocinando a fuego muy lento para dejar en mi pecho ese caldo espeso y sabroso de la nostalgia y en el aire recuerdos que, como aromas, desearía atesorar dentro de mí para siempre.

Cuando estaba preparando la receta de este viaje imaginaba los ingredientes, las medidas, cómo sería el resultado, cómo hallaría a los antiguos amigos, cómo habría cambiado todo pero nunca imaginé que fuese tan duro y que la dificultad de enfrentarme a tantos días sin mi gente, sin mi familia, sin mi entorno, ¡sin la famosa zona de confort! me reconfortaría tanto conmigo mismo. Curiosamente, creo que alejarme de la zona de confort ha ayudado a mi espíritu mucho más que el confort del que disfrutaba. Vivir solo, decidiendo solo, hablando solo, equivocándote solo... ha hecho que crea mucho más en mí como persona y como artista , ha hecho también que tome mucho más valor el esfuerzo de tantas y tantas personas que dejan sus casas, familias y países buscando un futuro mejor (en España por ejemplo) y en peores condiciones que las que yo he tenido gracias a mis amigos. Aquellos sí que son valientes.

Los que me conocen saben que cuando me afecta la emoción inevitablemente genera en mí el sollozo y el llanto. ¡Vamos que soy un llorón! Me gusta llorar y cada vez me gusta más porque me acerca a mi niñez (que dado el inevitable paso del tiempo es una ventaja) y me acerca a mis sentimientos reales sin pudor. No me avergüenza llorar aunque a veces preferiría no hacerlo tan fácilmente. Si algo sabía que pasaría era que lloraría, y mucho, incluso en momentos alegres.

César, ha sido la fuente de mis lágrimas. Una fuente inagotable de lágrimas.
Nada más llegar a la puerta de Residencia Sofía percibía su falta. Tanto más cuando Laura y Laurita (tanto monta) abrieron la puerta con la sonrisa de quien espera a alguien con ilusión y él no estaba presente como las otras veces. Pero estaba en ese primer abrazo con Laura y le sentí muy cerca y muy dentro. Le ví en las fotos que los huéspedes dedican al buen trato recibido y agradeciendo a Laura y a César vivir en un hotel como si fuese su casa. Allí estaba él, sonriendo como siempre. Seguía estando en cada rincón: en el corazón del abrazo que le robé a Felipe cuando la emoción se apoderó de mí al recordarle, en la mirada inocente de Nelly cuando apareció a saludarme, en el reencuentro con Isabel después de tantas y tantas conferencias Madrid Querétaro y viceversa... César seguía dándome fuerza y seguía siendo mi estímulo.
Ese estímulo ha hecho que siga intentando llevar a Querétaro una producción de teatro musical infantil y ha hecho posible, por fin, hacer realidad mi primer concierto en solitario: "Canta Corazón".
En ese concierto, casi al final de mi estancia en Querétaro, se fueron mezclando a fuego lento, al ritmo de todas las canciones, todas las emociones que viajaron en crudo conmigo desde España para darme cuenta al final que esa paciencia en la cocina (al igual que en la música) siempre da buenos frutos. Con cada nota fue brotando el cariño que estaba presente en cada uno de los corazones que estaban cantando con el mío y sentía que me lo brindaban con su sonrisa y aplauso, para que yo preparara lo que sería la buena salsa que nos habría de acompañar en el futuro en todos nuestros platos, en nuestro día a día. Sobre todo en mi día a día.
La cocina de México no se entiende sin salsa, picante casi siempre por cierto, que hace que quieras seguir comiendo más y seguir degustando esa salsa. A veces se queda en la punta de los labios, otras veces llena tu boca y algunas te sorprende en la garganta al tragar. La salsa que he hecho con los queretanos y mexicanos que han compartido esos días conmigo se queda en mi corazón para que se repita con cada latido.
Con ese sabor en mi corazón os digo a todos:
Muchas gracias... y buen provecho.

Dedicado especialmente a César Sierra y su viuda Laura, que me abrieron su cocina para hacer esta maravillosa salsa.

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